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  • Foto del escritorColegio Santa Inés

Compartimos con nuestra Comunidad Educativa la carta de SS Papa Francisco al Pueblo de Chile.

Al mismo tiempo la carta de nuestro Pastor Monseñor Alejandro Goic





Amadas inesianas: les saludamos en este frío día ya casi invernal y compartimos con ustedes la carta enviada por nuestro pastor Monseñor Alejandro Goic al pueblo de Dios de la Diócesis de La Santa Cruz

Solo nos queda reflexionar en las enseñanzas de nuestro Padre. También les dejamos la carta de SS el papa Francisco al Pueblo de Chile

Carta de: Alejandro Goic Karmelic Obispo de Rancagua

Apreciados Hermanos y Hermanas:

Les saludo con mucho afecto, agradeciendo las múltiples muestras de apoyo y solidaridad en estos complejos momentos que estamos viviendo como Iglesia Diocesana. Debo reconocer que lo vivido es uno de los dolores más intensos que me ha tocado enfrentar en mi vida de Pastor, y estoy seguro que todos ustedes, miembros de esta porción de la Iglesia de Dios, han experimentado también una profunda tristeza y desilusión con aquellos que hemos recibido el encargo de Dios de liderarlos y guiarlos. Por medio de la siguiente carta, que será leída, Dios mediante, en cada una de los templos parroquiales y capillas de nuestra extensa diócesis, quiero informarles lo siguiente:

1. Como Pastor Diocesano he nombrado un equipo de especialistas que están llevando adelante los procesos de investigación previa de cada uno de los sacerdotes que han sido aludidos en la denuncia realizada por la Srta. Elisa Fernández y en los reportajes emitidos por el Canal 13, tanto las acusaciones de índole afectivo-sexual, como las que tienen que ver con el manejo de recursos y el abandono de los deberes propios del ministerio sacerdotal.

2. Frente a la medida pastoral que he impuesto, de restringir el ejercicio ministerial a los sacerdotes investigados, quiero garantizar a las comunidades parroquiales que se han visto afectadas por esta decisión, que todos los compromisos pastorales y sacramentales serán cubiertos; así mismo, quiero agradecer la disponibilidad de presbíteros, sacerdotes de comunidades religiosas y diáconos permanentes, que asumirán estas responsabilidades. Durante este tiempo especial, un rol importantísimo cumplirán los consejos parroquiales y económicos en la marcha de estas comunidades.

3. Nuestra preocupación principal son las posibles víctimas de aquellos que habrían incurrido en faltas en contra de su ministerio sacerdotal. Mi compromiso es con la verdad y el bienestar de todos, especialmente los más débiles y vulnerables.

4. Creo sinceramente en la importancia de los laicos en el devenir de la Iglesia. Los insto a ser protagonistas de nuevos tiempos, en donde todos nos sintamos llamados a colaborar en la reconstrucción de las confianzas y en la generación de ambientes sanos, respetuosos y seguros.

5. Quiero llamarlos a un tiempo de reflexión y oración, tal como el Papa Francisco nos invitó en Roma a los obispos de la Iglesia chilena; para que, Dios mediante, en fechas próximas a definir, poder reunirme con ustedes, muy probablemente por decanato, para que con sinceridad y humildad podamos buscar, iluminados por el Señor, caminos de justicia y paz.

6. Quiero, finalmente, ofrecerles para la meditación un extracto de la carta del Papa Francisco a los obispos en el reciente encuentro de Roma, que a mi humilde modo de ver, puede iluminar este proceso de reflexión y oración al cual les convoco.

“Hermanos, no estamos aquí porque seamos mejores que nadie. Como les dije en Chile, estamos aquí con la conciencia de ser pecadores-perdonados o pecadores que quieren ser perdonados, pecadores con apertura penitencial. Y en esto encontramos la fuente de nuestra alegría. Queremos ser pastores al estilo de Jesús herido, muerto y resucitado. Queremos encontrar en las heridas de nuestro pueblo los signos de la resurrección. Queremos pasar de ser una Iglesia centrada en sí, abatida y desolada por sus pecados, a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado. Una Iglesia capaz de poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el sediento, en el desalojado, en el desnudo, enfermo, en el abusado… (Mt 25,35) con la conciencia de que ellos tienen la dignidad para sentarse a nuestras mesas, de sentirse “en casa” entre nosotros, de ser considerados familia. Ese es el signo de que el Reino de los Cielos está entre nosotros. Es el signo de una Iglesia que fue herida por su pecado, misericordiasa por su Señor, y convertida en profética por vocación. Hermanos, las ideas se discuten, las situaciones se disciernen. Estamos reunidos para discernir, no para discutir”.

Les quiere y bendice,

Alejandro Goic Karmelic Obispo de Rancagua

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